Un carnaval diferente

Con lo que me cuesta sentarme a escribir en este blog y el día que me decido tengo una resaca de muerte y las pocas palabras que me salen en esta situación no soy capaz de escribirlas en condiciones en el teclado, ¿tendré ya el “síndrome Belén Esteban” (el de la Jilipollez total tras demasiada juerga)? Dios no lo quiera. Bueno a lo que iba, ¿Qué tal lo pasasteis en carnaval? ¿existe vida después de mis fiestas? Supongo que si, creo que os debo una explicación: a parte de que estoy viejo (os recuerdo que me empiezan a faltar órganos) y que de los habituales y espíritu de las fiestas no podía venir casi ninguno por muy diversos motivos (viajes, enfermedades, abducciones extraterrestres… cada día se curran menos las excusas), a mi tío, el que vive al lado, le acaban de operar de una rodilla y seguro que no le apetecía nada estar cojo, molesto y escuchando las voces de lo maricones (y no tan maricones) amigos de su sobrino el ya de por si escandaloso.

Así que juntando este cúmulo de situaciones decidí que por un año vería, como el resto de los mortales, la verbena de Zocodover (horrorosa, por cierto), mancharía casas ajenas (muchas gracias a Juan por esa magnífica fiesta a la que nos invitó), e iría al Garci (del que no salí) a una hora decente, que de ahí venia todo el rollo de Bollywood. Encima hoy no tengo que limpiar nada, bueno, digo de fiesta, porque mi casa está en su tono habitual: hecha un asco, y me puedo sentar a ver los Goya tan a gustito, ¿alguien se viene conmigo a verlos? Yo apuesto por celda 211. Mañana lo comentamos, bueno eso y mil cosas mas que tengo que contaros, historias que mi pereza me impide contaros en su día y en las que se agolpan bodas, drag queens, curas y encajes de bolillo.

Ahí van unas fotos de anoche llenas de gente desconocida pero que demuestran lo bien que me lo tuve que pasar.

Besos carnavalescos.