Me acabo de comer un bocadillo de esos que me hago con el desayuno, ya sabéis que puedo ser el rey economizando, mi espíritu de jubilado me perseguirá toda mi vida, y me propongo echar una siesta de esas que hacen historia, pero no podía hacerlo sin antes dar un poquito de envidia a través de este blog, aunque a saber cuando podré conlgarlo, porque aquí lo del Wifi, como todo en Isla de Sal, se lo toman con calma, esta gente es capaz de hacer un paraíso en un desierto, pero con tiempo.

La playa de aquí es maravillosa, de verdad, con una arena finita que se sumerge en el agua mas azul que os podéis imaginar, pero el resto es un desierto, aun así, han conseguido crear unos hoteles fantásticos como en el que me encuentro ahora viendo como entra el sol a través de las persianas de la habitación incitando a la mas placentera de las siestas, y mas hoy, que he quedado con la típica chupipandi que se crea en este tipo de viajes de gente mas o menos de tu edad realmente increíble con la que lo pasas bomba y a la que probablemente un vuelves a ver en tu vida pero esos días son increíbles, para irnos a ver esta noche unas tortugas que vienen a desovar a la isla, espero que esto funcione tras el fiasco de intentar nadar ayer entre tiburones y al final lo mas cerca que estvieron sería a unos cinco metros. Ya os contaré mañana.

No estrés, besos.