Para alegrarme un poco, porque, aunque nadie lo crea y nadie lo pregunto, yo también tengo malos días, me fui a tomar algo con mi adorada petarda a recaredo, donde me encontré con Roci que tenia movidas en el trabajo y me las estuvo contando y, tras muchos meses, con una ensanchada amiga mía que se dedica a vender lunas (cada uno que lo interprete como quiera) que me contó que ella también tenía lo suyo y de hay esa tremenda ascensión de la aguja de su bascula, menudo plantel, así no hay quien se anime coño, menos las que fuimos sensatos y salimos por patas tras una cena rápida muy animada por cierto gracias a Eli, que a ese por suerte nunca le va mal, que cabrón, que animo tiene siempre, pues eso, que nos fuimos un poquito por la puerta de atrás, y es que me encanta oír los problemas de mis amigos, pero alguna vez yo también tengo los míos propios y no es plan de andar por hay de paño de lagrimas, a veces casi de compresa.
Tuvimos la genial idea de subirnos a mi casa a ver un par de pelis de Berlanga, que no defrauda reflejando tan bien nuestras propias vidas, las elegidas fueron “Placido” de la que ya os hablé un día y que puede ser cualquiera de mis sábado en la vega, y “La Vaquilla” de la que ya os hablaré y que podría ser cualquiera de mis domingos en la vega (Procesiones incluidas). Nos dieron las 4 pero que gusto da acostarse partiéndote el culo (metafóricamente, aunque literalmente tampoco es una mala manera de acostarse, sobre todo si al minuto te quieren abrazar).
Besos de ojos llenos de lagrimas porque como cuesta leer lo que pone en esta pantalla copón.