Aquí me tenéis, otra vez montado en el AVE camino de la capital del reino, un sábado mas que voy en busca de aventuras en compañía de el gran Antonio. Os preguntaréis por que no escribo mas a menudo, el problema es que mi vida es de lo mas aburrida, ojala fuera el protagonistas de esos libros que vende Nieves con una existencia llena de aventuras y amoríos en un marco como Nueva York, pero, por desgracia, me limito a ser un provinciano toledano en paro sin ningún tipo de vida amorosa. Podría dedicar este verano de hastío a escribir sobre mis reflexiones, mis ideales, mis sueños y todas esas cosas que en realidad os iban a aburrir y describirían ese gran pesado que llevo dentro.
Quien sabe, quizás este viaje a Madrid de 24 horas sea trepidante y traiga mil historias, cosa que dudo, porque encima soy un vago y no he sido capaz de contaros las Leandras, que, por cierto, me encantó, era un espectáculo sacado como directamente de los años cincuenta con sus momentos picarones, mozas mostrando el muslamen (ahora puedo usar esa palabra, la ha aceptado la real academia de la lengua, a buenas horas!), actores cómicos de la época y demás, vamos, que todo aquel que me conozca un poco sabrá lo contento que puedo estar de haber ido a ver semejante viejunería, pero si hasta me sacaron a baliar las coristas!
--Sacar a ese otro-- le dije a la alegre bailarina señalando a Mario que había venido a acompañarnos Carol y a mi.
--¡Ahí hay otro joven!-- gritó esta toda exultante a una de sus compañeras, y es que podéis imaginar la edad de la concurrencia.
--¡Cambio de pareja!-- exclamaba yo de vez en cuando mientras me agarraba yo a la vicetiple de al lado.
--Siéntate ya que esto se ha acabado-- tubo que regañarme la ultima moza con la que baliaba.
Momentazo del musical de tantos como tiene tan conocida revista:“las viudas” , “el pichi” o “la verbena de san Antonio”, vamos, ideal para dar un salto en el tiempo, estabamos como en el 31 cuando la estrenó la grandisima Celia Gamez, Carol y yo salimos radiantes cantando todas las canciones. Y es que pluma, escalera y lentejuelas no faltaron al show. Pero si tenía hasta tres Veddettes principales, cosa que no había visto yo en mi vida,
Y me despido ya que al final he llegado a Madrid contando nuestras andanzas revisteras, esta alta velocidad me tiene loco.